En el filme "Traffic", que acaba de estrenarse en los cines, Michael Douglas hace el papel del juez Robert Wakefield, un conservador nombrado zar de las drogas de Estados Unidos. Durante un viaje a la frontera mexicana para recaudar información, Wakefield comienza a ver cuán complejo es realmente el tráfico de drogas ilegales. Policías locales honestos, como Javier Rodríguez Rodríguez (Benicio Del Toro), podrían resistir la tentación de aceptar sobornos, pero no pueden poner fin a la corrupción entre quienes los rodean, y quienes están por encima de ellos. A la par que crecen los temores acerca de su nombramiento, Wakefield se hace cada vez más consciente de que su propia hija adolescente es adicta al crack. Cerca del final de la cinta, durante su primera conferencia de prensa oficial, el zar de las drogas se desvía de un texto preparado y lanza un discurso improvisado sobre la futilidad de la lucha contra las drogas. "No veo cómo puede alguien librar una guerra contra su propia familia", dice, renunciando a su cargo. Unas escenas más tarde, él y su esposa aparecen junto a su hija en una reunión de adictos: "Vinimos a escuchar", dice él.
Difícilmente ésa sea la actitud que el mundo espera del zar estadounidense de las drogas. Después de todo, las prisiones de ese país están llenas de narcodelincuentes. El país ha gastado miles de millones de dólares en atacar el problema desde sus raíces: los productores de coca en Latinoamérica, los cultivadores de amapola en Asia e, incluso, los productores locales de marihuana. Pero hay un consenso cada vez mayor de que se ha perdido la guerra. Estados Unidos es todavía el mayor consumidor de sustancias ilícitas del mundo; la cocaína continúa llegando a través de la frontera con México. "Traffic" toca el tema de la frustración nacional, mostrando los horrores tanto de las drogas como los de la guerra contra éstas. Sin tomar partido, el filme ilumina el debate nacional y presenta una alternativa que los estadounidenses parecen más dispuestos a considerar: encontrar nuevas formas de curar, en lugar de castigar, el abuso de drogas. Las revoluciones en las políticas – como la legalización de los narcóticos – siguen siendo un sueño distante. Pero hay una conciencia, cada vez mayor, de que el dinero y la energía gastados para tratar de contener el flujo de drogas a Estados Unidos podría ser mejor usado en contener la demanda. Los votantes de varios estados se han adelantado a los políticos y han aprobado en las urnas iniciativas que ofrecen más opciones de tratamientos.
(Adaptado de: Newsweek en español, fev. 2001.)
Según el texto, es correcto afirmar: Marca V ou F
( ) De momento, se intenta acabar con el narcotráfico usando vigor con todos los implicados en la producción de las drogas ilegales.
( ) La población americana cree que la persecución a los narcotraficantes y a los productores de drogas ha dado buenos resultados.
( ) Muchos ciudadanos norteamericanos piensan que castigar al drogadicto no es la mejor manera de librarlo de las drogas.
( ) La legalización de las drogas fue aprobada recientemente por los políticos como una forma de reprimir el narcotráfico.
( ) Los políticos piensan en aumentar la vigilancia en las fronteras.
Respecto a la política norteamericana de combate a las drogas y a la opinión pública, cuál(es) es(son) la(s) afirmación(es) correcta(s)?
( )Hay divergencia entre políticos y votantes sobre la forma de combatir el narcotráfico.
( )Los votantes se sienten defraudados porque se invierte poco en el combate al tráfico de drogas.
( )Los políticos se resisten a despenalizar a los usuarios de la droga.
( )Los votantes quieren que los políticos endurezcan las acciones de combate al narcotráfico.
( )Políticos y votantes se vuelven cada vez más contra la policía corrupta.
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não sei pq é à pergunta que eu estou procurando
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