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Si ____ abrir ___ boca, en lugar de palabras, nos salieran libélulas, estudiaríamos entomología para conocernos mejor.
Pero ____ palabras son también formas biológicas perfectamente articuladas que segregan ideas como las serpientes
veneno o ____ abejas miel. ___ entomólogo de las palabras es ____ lexicógrafo, al que no es raro ver en ____ esquinas
armado de una red con la que atrapa voces que luego ordena, al modo de
___ colección de insectos, en ___interior de un volumen. La diferencia
entre ___ diccionario y ____ cajas de escarabajos atravesados por un
alfiler es que en un buen diccionario de uso las palabras se mantienen
vivas. Las hay con cabeza, tórax, y abdomen, o con caparazón, artejos,
aguijones y labros. Muchas poseen _____ formaciones oscuras que ____
levantarse con el misterio de las faldas dejan ver esa suerte de lencería
fina, ____ élitros, con los que vuelan alrededor de ___ labios de ____
mujeres y los hombres antes de diluirse en ___ aire como el hielo en agua.
Hay palabras que dicen lo contrario de lo que significan y palabras que aun
no significando nada consiguen atravesar ___ barrera de ___ dientes y aletear como __ pájaro ciego durante _____
instantes ante nuestros oídos. Algunas viven siglos y otras desaparecen a las 24 horas de ser alumbradas. Muchas solo
nacen para fecundar ____ lenguaje, por el que son devoradas una vez cumplida su función reproductora. A ciertas
voces, después de haber sido encerradas dentro de ____ definición, se les escapa el significado, como el jugo de una
fruta abierta, y cuando vuelves a usarlas no tienen sentido o han adquirido un nuevo y sorprendente.
____ diccionario, pues, viene a ser un terrario en el que en lugar de ver salamandras o ranas o tritones vemos la palabra
salamandra, la palabra rana, la palabra tritón, incluso la palabra palabra, mostrándonos sus hábitos significativos o
formales, sus articulaciones, su extracción social, sus intereses. Aguilar acaba de publicar el de Manuel Seco, que
constituye hoy por hoy el mejor zoológico de términos vivos conocido. Al recorrerlo, uno se da cuenta de que estamos
hechos de palabras, como La Biblia o El Quijote, a cuyo lado, en todas las casas, debería haber un diccionario.
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Resposta:
Si al abrir la boca, en lugar de palabras, nos salieran libélulas, estudiaríamos entomología para conocernos mejor. Pero las palabras son también formas biológicas perfectamente articuladas que segregan ideas como las serpientes veneno o las abejas miel. El entomólogo de las palabras es el lexicógrafo, al que no es raro ver en las esquinas armado de una red con la que atrapa voces que luego ordena, al modo de una colección de insectos, en el interior de un volumen. La diferencia entre el diccionario y las cajas de escarabajos atravesados por un alfiler es que en un buen diccionario de uso las palabras se mantienen vivas. Las hay con cabeza, tórax, y abdomen, o con caparazón, artejos, aguijones y labros. Muchas poseen unas formaciones oscuras que al levantarse con el misterio de las faldas dejan ver esa suerte de lencería fina, los élitros, con los que vuelan alrededor de los labios de las mujeres y los hombres antes de diluirse en el aire como el hielo en agua.
Hay palabras que dicen lo contrario de lo que significan y palabras que aun no significando nada consiguen atravesar la barrera de los dientes y aletear como un pájaro ciego durante unos instantes ante nuestros oídos. Algunas viven siglos y otras desaparecen a las 24 horas de ser alumbradas. Muchas solo nacen para fecundar el lenguaje, por el que son devoradas una vez cumplida su función reproductora. A ciertas voces, después de haber sido encerradas dentro de una definición, se les escapa el significado, como el jugo de una fruta abierta, y cuando vuelves a usarlas no tienen sentido o han adquirido uno nuevo y sorprendente.
Un diccionario, pues, viene a ser un terrario en el que en lugar de ver salamandras o ranas o tritones vemos la palabra salamandra, la palabra rana, la palabra tritón, incluso la palabra palabra, mostrándonos sus hábitos significativos o formales, sus articulaciones, su extracción social, sus intereses. Aguilar acaba de publicar el de Manuel Seco, que constituye hoy por hoy el mejor zoológico de términos vivos conocido. Al recorrerlo, uno se da cuenta de que estamos hechos de palabras, como La Biblia o El Quijote, a cuyo lado, en todas las casas, debería haber un diccionario.
Explicação: Espero ter te ajudado , bons estudos .